Hace noventa años, la Segunda República española llegaba en un ambiente de fiesta, ilusión y esperanza. Tras años de oscurantismo monárquico, de falta de libertades y democracia, la república venía a intentar arrojar la luz del progreso y de la justicia social a nuestro país. Sabemos que en su corta vida la Segunda República atravesó enormes dificultades (incluyendo un período de gobierno de las derechas que boicoteó los avances) y que, finalmente, la reacción de conservadores y fascistas condenó a España a cuatro décadas de represión, miedo, pobreza y atraso.

90 años después de la proclamación de la república y habiendo pasado cuatro décadas desde el fin de la dictadura franquista, muchas de las tareas que pretendían llevar a cabo las gentes republicanas todavía están a medias o por hacer.

Una de las reformas fundamentales que intentó llevar a cabo la república fue la reforma agraria, cuyo objetivo era repartir tierras a los campesinos, previa expropiación de los latifundistas, y poner a producir los campos que estos mantenían improductivos. Pues bien, hoy en el campo español sigue marcado por una distribución muy injusta de la tierra y unas condiciones de trabajo lamentables para muchos trabajadores y trabajadoras del campo.

Por otro lado, la república nació con la intención de extender la educación a todos los sectores sociales, acabar con el analfabetismo y apartar a la Iglesia católica de la enseñanza. Esto último se enmarca en la política laicista que quedó reflejada en la constitución de 1931, por la que se separaba el Estado de la Iglesia y, además, se le obligaba a pagar impuestos como el resto de los mortales. Si bien es evidente que la educación está hoy muchísimo más extendida que en 1931, también hay que recordar que la Iglesia Católica continúa controlando gran parte de la educación a través de la educación privada concertada y conserva privilegios fiscales como la exención del Impuesto de Bienes Inmuebles.

Hubo también reformas laborales en favor de la clase trabajadora impulsadas desde el ministerio de Largo Caballero, y no podríamos hablar de los avances de la Segunda República sin recordar que fue la primera vez que en España se instauró el sufragio universal, ya que hasta ese momento la mitad de la población, las mujeres, tenían prohibido el voto. Un análisis rápido de la situación social española actual basta para saber que el mercado laboral está sumamente marcado por la precariedad y que queda muchísimo que avanzar en igualdad y los derechos de la mujer.

Por lo tanto, hoy, como hace 90 años, la república sigue significando esperanza por la justicia social, por los derechos y las libertades, y porque un mundo más igualitario sea posible. La monarquía, en cambio, significa el mantenimiento de los privilegios; es un recordatorio de que no todas las personas somos iguales, ni siquiera ante la ley, y es por eso que para que exista una democracia plena la monarquía debe desaparecer, al menos como un primer paso.

Artículo de Jorge Sanz (secretario de Organización de IU Aragón.

Se ha publicado en Arainfo el día 14 de Abril de 2021