Un país en el que un tipo con 16 armas amenaza con asesinar al presidente y no es terrorismo y en el que un silbato amarillo, o un títere, o una canción sí, no es un país democrático. Tampoco es un país en el que se ajuste a la verdad objetiva el concepto de terrorismo.
Un país en el que el teléfono de un dirigente bancario cambia una sentencia o hace una ley contra el interés general y en favor del interés privado de unas élites, no es un país democrático.
Un sistema en el que la gente aterrorizada se tira por la ventana de la casa que le van a quitar por no poder pagarla, después de que con su dinero (vía impuestos) se hayan saneado las cuentas del banco que le desaloja es un sistema que genera terror.
No, no estoy exagerando, dice el diccionario que terrorismo es la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. El uso sistemático de los desahucios por parte de los bancos amparados por “la legalidad vigente” (esa que se cambia cuando a los bancos les da la gana) trasciende al ejercicio concreto del derecho sobre un bien y manda un mensaje global claro con vocación ejemplificadora: el que no ME paga a la calle y punto…
Entiendo que el resultado de esta política que violenta la vida de quienes menos tienen, incluidas las muertes derivadas de ese miedo, son actos terroristas.
Vamos a ir llamando a las cosas por su nombre, a todas. En momentos como estos es necesario empezar a romper determinados consensos que, con un poco de reflexión, se desmontan solos y acaban demostrando que sólo sirven como arietes del “sentido común imperante” o dicho de otro modo: de la hegemonía cultural dominante.
Espero que, más pronto que tarde, el tratamiento mediático y la cobertura pública sobre este y otros conceptos deje de ser manoseada por los grandes grupos de comunicación en favor de la consolidación del pensamiento único al servicio de esa clase dominante.
Ya vale de tanta hipocresía. La gente se sigue tirando por las ventanas por desesperación y miedo, las mujeres siguen siendo asesinadas, la pobreza deja sin alimento, ni calor, ni futuro a millones de niños y niñas y todo eso sin salir de nuestro país.
Pero parece que eso importa poco, que eso no es noticia y lo que es peor, parece que nadie quiere ver en todo esto una serie de actos violentos que generan terror. Espero que algún día leer un periódico nos ayude a pensar y reflexionar libremente. Para alimentar las hinchadas ya están ciertas gradas de animación.
Alvaro Sanz, Coordinador General de IU Aragón
Artículo publicado en Arainfo.org el 15 de Noviembre de 2018
Fotografía de Pablo Ibáñez (Arainfo)
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