La derecha rancia y casposa, la que baila agarrada a la ultraderecha, la que impone y propone una vuelta de tuerca a los derechos, la que defiende le liberalismo a ultranza, la que tiene en el capitalismo explotador su modelo social, pervierte la palabra libertad y la convierte en un slogan de campaña anteponiéndola a socialismo y al comunismo.
Pervierte la palabra, pero no el concepto. Utiliza la palabra, pero no puede utilizar el concepto porque no tienen ni altura moral ni conocimiento de lo que es la libertad. Miguel Hernández, ese poeta del pueblo cuyos versos borró la derecha madrileña, lo expresó cuando puso voz a ese herido luchador anónimo contra el fascismo, defensor de la libertad reventada por el fascismo.
«Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos»
Quien, de manera vil y alevosa, utiliza la libertad para su campaña reconoce que está contenta cuando le llaman fascista. Quien, de manera oportunista e indocumentada, antepone el concepto de socialismo o comunismo al de libertad, está demostrando una ignorancia supina.
El problema está en que, lamentablemente, el sistema ha impuesto una sociedad en la que no tiene cabida el análisis crítico, una sociedad que conforma su opinión gracias a medios de comunicación que no son independientes, haciendo uso del impacto, el ruido, la inmediatez de las redes sociales que son presentadas como escenario de debate cuando, en realidad, imposibilitan la reflexión sosegado, un lugar abonado para noticias falsas, mentiras y engaños que deforman el sentido común. Es el resultado de sistemas de enseñanza centrados en lo memorístico, en el aprendizaje. Currículos académicos que inciden en introducir conceptos sin dar opción u oportunidad de conocer y entender el significado.
Hoy en día, la gran mayoría de los más de 10 millones de alumnos/as que han pasado por la ESO en lo que va de siglo no saben lo que es comunismo ni lo que es el socialismo, tampoco saben que la libertad no es la bandera de la derecha y mucho menos de quienes reivindican el franquismo. Nadie les ha dejado analizar cómo puede llegar la libertad sin con el socialismo, el comunismo o el capitalismo salvaje que defiende la derecha. Por eso es fácil que cualquier desaprensivo, politiquillo/a oportunista, les ponga la trampa y les diga que son cosas contrapuestas a la libertad.
Aquí, en este país interesadamente desmemoriado, instalado en esa comodidad de la equidistancia, empeñado en no hablar del franquismo y de lo que representó, seguimos teniendo decenas de miles de defensores/as de la libertad abandonados por barrancos y cunetas, seguimos teniendo calles dedicadas al franquismo y a franquistas y son legales fundaciones a mayor gloria del genocida.
El currículo académico, los libros de texto, han borrado la lucha republicana y la resistencia contra el fascismo. Todavía hoy hay generaciones enteras de ciudadanos y ciudadanas de este país, democrático nos dicen, que no saben lo que pasó con la II República, que no han oído hablar de la resistencia y lucha contra Franco y su régimen, que no saben nada de esclavos del franquismo, de bebés robados, de asesinatos y torturas, que no saben que exiliados/as, republicanos y republicanas españoles y españolas, participaron en la defensa de los ideales de justicia y libertad y aportaron todo su esfuerzo para que Europa quedara libre del fascismo.
Es indignante que en Francia se reconozca y aquí se ignore.
Para vergüenza nuestra
El Presidente de la república Francesa, Enmanuel Macrón, alguien que no es socialista, ni comunista, hace lo que en este país, para vergüenza nuestra, no se hace. Macron reconoce y agradece públicamente el compromiso, el valor y el esfuerzo de aquellos soldados republicanos que, a pesar de haber sufrido la derrota, a pesar de su paso por los campos de internamiento, no dudaron lo más mínimo y se sumaron a la resistencia y a las fuerzas aliadas que combatían a los nazis. Lo ha dicho claramente: «No olvidaremos a los españoles que nos permitieron ser libres».
Lo hicieron para seguir la lucha contra el fascismo y el nazismo que asolaban Europa. Ellos fueron los primeros que entraron en París y ese hecho fue la primera señal de que el fascismo podía ser derrotado. Pero todo ello, su lucha por la libertad, ha sido borrado de la historia.
Apenas se conoce que, en agosto de 1944, hubo un grupo de soldados españoles que, en la IX compañía de la 2ª División Acorazada entraron en París y que los blindados en los que lo hicieron llevaban el nombre de señaladas batallas contra el franquismo.
Capitaneando esos blindados que se llamaban «Madrid», «Jarama», «Teruel», «Guernica», «Guadalajara»… iban soldados republicanos que habían sobrevivido a los tres años de guerra en España, que habían vivido el exilio y soportado los campos de internamiento.
Mientras Francia recuerda, respeta y homenajea a los republicanos españoles, aquí quienes hablan de libertad vandalizan su recuerdo, arrancan placas de memoriales que recuerdan a quienes lucharon por la libertad y aplauden actos y misas de exaltación del fascismo.
Indecentemente, quienes mancillan el recuerdo de quienes lucharon por la libertad y la pisotean la toman como bandera de enganche populista.
Salir en defensa de la libertad es impedir su secuestro por unas derechas que encarnan la peor moral revanchista que inspiró cuarenta años de dictadura. El mejor antídoto contra la legitimación social del pensamiento reaccionario es impedir que la frustración y el descontento mejorando las condiciones materiales de quienes están pasándolo mal. Pero no será suficiente en una sociedad en la que la información hace mucho que es entendida como maquinaria de propaganda. Esos esfuerzos por salir de esta crisis con justicia social debe ir de la mano de cuanto sea preciso para pararle los pies a quienes ofertan orden y mano dura para canalizar esa desafección hacia el autoritarismo y el fascismo.
El fascismo triunfa definitivamente cuando, como sociedad, se renuncia a ese concepto de libertad emancipadora que compromete y conjura a quien sufre contra los privilegios que provocan la desigualdad que les hace sufrir, cuando son las mayorías sociales las que entienden la crisis como una lucha de pobres contra pobres.
Todavía queda para eso, es cierto. Pero, sin lugar a dudas, están avanzando después de dinamitar todos los puentes de convivencia.
Por eso es necesario actuar creando espacios de cohesión social, de lucha compartida y aprovechar todas las palancas en nuestras manos para frenar la lógica cultural de unas derechas que hacen gala y bandera de la incultura, la violencia, el odio y la mediocridad en su sentido más amplio.
Asumir que estamos en un momento crítico nos obliga a tomar partido desde el antifascismo, desde la cultura crítica, desde las aulas, enseñando a pensar y contando lo que pasó sin distancias, haciendo que lo vivido en España nos interpele hoy, eligiendo democracia y siendo nosotros y nosotras las que les preguntemos a la gente reaccionaria.
No es baladí que las radicales derechas de este país nos estén interpelando de forma artera. Nuestra respuesta debe ser: memoria como medicina, antifascismo como actitud y democracia plena como objetivo.
La historia es un hilo del que no se aprende si lo secciona el olvido arrebatándonos el norte que, paradójicamente, implica lo vivido. Y lo vivido nos obliga a impedir que ganen en las urnas lo que impusieron antes mediante la violencia, que impongan su sentido común.
Hoy nos enfrentamos a la titánica tarea de rescatar la libertad. Por eso no debemos renunciar a los grandes debates, empezando por nuestra tierra. Debemos defender con firmeza y convencimiento, en las aulas, en los tajos, en los parlamentos y en los gobiernos cuestiones tan elementales como la memoria, el laicismo, el reparto de la riqueza, el diálogo frente a la persecución y judicialización de las ideas y la solidaridad frente al egoísmo que esconde en miedo.
Fiscalidad justa
Limpiar de fascistas nuestros callejeros; separar la fe del ámbito público y recuperar lo robado por la Iglesia a golpe de inmatriculaciones o defender la fiscalidad justa y el papel rector de lo público como garante de derechos e igualdad en todos los ámbitos, también en el económico, deben estar en la agenda del gobierno, ellos tienen que hacer su parte.
La lucha como siempre es cultural, por garantizar que estos valores se asuman como comunes para hacer frente a la barbarie, y para eso es imprescindible movilización y acción concreta en todos los ámbitos.
Solo tenemos nuestras manos, nuestras voces, nuestra capacidad de organización, seamos conscientes de lo que tenemos delante y estemos a la altura todos y todas y en todo.
Alvaro Sanz Remón
Publicado en El Periódico de Aragón el 18-03-2021
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