Se acaba Octubre, no termina de llegar el otoño y el planeta sigue avisándonos de esa emergencia climática que muy poca gente se toma en serio, pero no es del otoño de lo que quiero hablar.

El mes de Octubre siempre ha sido, para mi, un mes que representa mucho en la lucha de clases.

«Paz, pan y tierras» pedían los trabajadores y trabajadoras rusos en la revolución de Octubre de 1917. Vivían una crisis social y económica y se habían endurecido mucho sus condiciones de vida.

Octubre de 1934 vivió la Revolución de Asturias. Así comunicaba Belarmino Tomás, lider de los mineros asturianos, que se rendían ante el ejército: «Pero esto no significa que abandonemos la lucha de clases. Nuestra rendición de hoy no será más que un alto en el camino, que nos servirá para corregir nuestros errores y para prepararnos para la próxima batalla, que habrá de terminar en la victoria final de los explotados». Luego, el Gobierno de la CEDA, desató una brutal represión.
En Octubre de 1967 fue asesinado el CHE después de ser detenido por el ejército boliviano. Su compromiso revolucionario a favor de que la gente explotada tuviera una vida digna sigue vigente.

Un 29 de Octubre, hace ya nueve años, murió Marcelino Camacho, compañero que defendió, siempre, de manera incansable la causa de los trabajadores y trabajadoras.

Hoy, a finales de Octubre, mi clase, la clase trabajadora, sufre en este país que llamamos democrático un nueva agresión. Una vez más son pisoteados sus derechos a favor, como siempre, del capital que explota y expolia.

Hoy, a finales de Octubre, el Tribunal Constitucional, el que se supone es garante de los derechos constitucionales y del cumplimiento de nuestra Carta Magna, decreta que es constitucional despedir a un/a trabajador/a por estar enfermo/a. No sirve de nada que esté acreditada su baja por un parte médico que firma un/a facultativo. Se le aplica esas reformas laborales que convirtieron en ley el PSOE (2010) y el PP (2012) y se “criminaliza” su baja laboral con un despido objetivo, con el más barato, con el que se salda con 20 días por año trabajado. Ese abuso que fueron las reformas laborales reciben el aval del Constitucional.

Lo más grave, lo más nefasto para la clase trabajadora, es que esta sentencia declara constitucional la primacía del interés empresarial sobre el derecho a la salud del trabajador o trabajadora. Leemos en la sentencia que no se vulnera el derecho a la salud porque “despedir a un trabajador por superar un número de faltas de asistencia al trabajo intermitentes, justificadas o no, en un determinando periodo de tiempo no comporta actuación susceptible de afectar a la salud de trabajador afectado».  El neoliberalismo ha entrado en nuestro alto tribunal. Quienes lo forman, vendidos al capital, le hacen el juego ignorando que, lo que de verdad machaca la vida, y la salud de la gente trabajadora, son las indignas condiciones laborales y salariales, el trabajo basura y que, para no ser despedidos/as, tienen que pedir el alta aunque sigan enfermos/as.

Es comprensible que pasen estas cosas. Al fin y al cabo nuestro sistema constitucional, ese que tanto invocan quienes se autodenominan “constitucionalistas”, es una prolongación del bipartidismo. De las 12 personas que lo forman, 4 las elige el Congreso y otras 4 el Senado y, como es lógico, se eligen por mayoría cualificada lo que quiere decir que las eligen los partidos mayoritarios; otras 2 las elige el Gobierno de Turno y las otras dos que quedan las elige el Consejo General del Poder Judicial. Es obvio que su independencia está en entredicho.

Pero si es comprensible que el Tribunal Constitucional, integrante del sistema, avale estas prebendas para el capital, también sería comprensible que la clase trabajadora, organizada y apoyada por los sindicatos de clase, se movilizara en defensa de sus derechos.

Pero no, no es así. Poco a poco el neoliberalismo se ha impuesto, le va bien, tiene los paraísos fiscales, consigue las privatizaciones y externalizaciones del sector público, deteriora la educación y la sanidad. Es el responsable de la pobreza, del grave deterioro del planeta, de las guerras, de la precariedad laboral y del empleo basura.

Nos ha llegado, nos lo han impuesto, sin apenas crítica ni resistencia. Han conseguido que sean preceptos constitucionales la competitividad y el empoderamiento de los mercados sobre cualquier otro criterio de carácter social o colectivo.

Este Octubre me pone triste, muy triste, porque se que aquellos octubres de lucha y reivindicación quedan lejos, muy lejos. Pero me queda la esperanza, la ilusión si quieren, de que algún día reaccionaremos y diremos que ya basta.

Hoy, más que nunca, recuerdo una de las frases de Marcelino Camacho, “si uno se cae, se vuelve a levantar y sigue adelante”.

Ciertamente nos hemos caído, ahora toca levantarnos y seguir adelante. ¿Empezamos ya?

Adolfo Barrena, maestro jubilado

Publicado en @arainfonoticias el 30 de Octubre de 2019

ENTREVISTA ADOLFO BARRENA