Hoy hace 40 años del golpe de estado que intentó el franquismo irredento para cortar, de raíz, la incipiente democracia que había empezado tres años antes al aprobarse la Constitución.

Esa frase refleja perfectamente lo que era, y es, el franquismo. Refleja a la perfección la ideología y programa de quienes consideraban la democracia como un riesgo para sus privilegios.

El “se sienten”, es imperativo, es orden ejecutiva, es decir que estás para ser obediente, para acatar las órdenes vengan de donde vengan, que no te muevas, que no protestes, que no te defiendas. La exclamación que acompaña, el ¡¡coño¡¡ es muy representativa de la calaña de quienes lo lanzan para reforzar su autoridad que, por otra partes, estaba gritado con una pistola en la mano y un tricornio en la cabeza.

Aquel día, cuando Tejero y sus guardias civiles asaltaron el Congreso y secuestraron al poder legislativo y al Gobierno que habían salido de las urnas, que habían sido elegidos democráticamente, el franquismo dejó claro que la democracia, aunque nos habían dicho que ya estaba, habría que seguir defendiéndola.

El “tejerazo” fue el intento de acabar con esa senda hacia la democracia que, con mucha lucha, mucha movilización popular y con varias muertes, se había empezado a recorrer. La burguesía, el poder económico, el caciquismo rural, la monarquía, la Iglesia, la cúpula militar,… entendían que “el nuevo régimen” amenazaba sus privilegios.

Por eso, por encima de todo, querían mantener el poder. Querían el mismo sistema impositivo franquista, querían seguir explotando a la clase trabajadora, querían mantener esa sociedad machista y patriarcal, querían, en definitiva, controlar el poder y la toma de decisiones, no solo económicas, sino también políticas.

Para ello recurrieron a algo tan español como un golpe de estado. Uno más de los pronunciamientos e intentos de golpe de Estado que, en este país, tienen una larga historia. En los dos últimos siglos se han producido 25.

Por otra parte es muy español, muy patriota, eso de “salvar España”, salvarla del desmadre democrático que permitía que comunistas andaran por las calles, que obligaba a hablar de derechos laborales, que establecía un sistema educativo y sanitario, que permitía la realidad de la descentralización autonómica.

Nos vuelven a insistir en que aquello lo salvó el Rey, ese campechano que está huido, que ha sido el gran agente comercial de las grandes constructoras y el que ha sido comisionista ilegal. La verdad es que seguimos sin poder saber muy bien lo que ocurrió porque sigue vigente en esta país democrático la Ley de Secretos Oficiales, ley de 1968, en pleno franquismo, y que apenas ha sido cambiada en estos 43 años de democracia. Esta Ley, ahora que hablamos de libertades y de calidad de nuestra democracia mantiene clasificados documentos del 23 f, y de todo el franquismo. Esta Ley es urgente que se actualice para poder decir que nuestra democracia mejora, pero de esta nadie habla. Por eso tardaremos en saber la verdad.

Mientras tanto, de aquel día, del 23 F, del Tejerazo, lo que nos quedó fue una “transición modélica” porque el miedo provocado ayudó a consolidar la Transición. Una transición que permitió que el franquismo, en todos sus ámbitos, siguiera instalado en el sistema democrático. Una transición que aceptaron, aunque queden residuos, los poderes fácticos que habían sido bien cuidados por el franquismo. La transición pactada no acabó con el antiguo régimen. La transición pactada mantuvo, y mantiene, los privilegios fundamentales del sistema franquista aunque con una barniz democrático.

De aquel día, y creo que fue el mayor beneficiado, nos quedó consolidada la monarquía. Enseguida, y hoy seguimos viendo lo mismo, se presentó al Rey como el “salvador” y “garante” de la democracia. Se sigue defendiendo que es una democracia aquella cuyo jefe de estado no elige la ciudadanía, sino que lo es por herencia y porque un dictador genocida así lo impuso. El 23 F le dio todas las credenciales democráticas a la monarquía.

Con todo, aquello pasó tan solo hace 40 años. Hoy hay franquistas, disfrazados de demócratas, que vuelve a hablar de la sagrada unidad de la patria, de la bandera, del machismo indecente, del orden y la obediencia. Mucho cuidado y reflexión no vuelva a salir un salvapatrias que, al grito de ¡¡Se sienten, coño¡¡ vuelva a llevarnos a esa noche negra que fue la dictadura.

Adolfo Barrena Salces. Director Ejecutivo Fundación 14 de Abril

Artículo publicado en El Diario.es/Aragón el 23 de febrero de 2021