Este reconocimiento en Zaragoza ha recaído tradicionalmente en organizaciones y personalidades vinculadas a la cultura de Paz, pero el gobierno de Chueca ha apostado por “armar” esta efeméride.

El 9 de mayo de 1945, la Alemania nazi firmaba su rendición incondicional ante la delegación soviética en Berlín. El mariscal Wilhelm Keitel estampó su firma en el documento que reconocía la derrota definitiva del Tercer Reich frente al Ejército Rojo, el mismo que liberó campos de exterminio, (Majdanek en julio de 1944, Auschwitz el 27 de enero de 1945 y los campos de concentración de Gross-Rosen, Sachsenhausen, Ravensbrück, Stutthoff y Theresienstadt en los meses siguientes) y que llegó hasta Berlín tras una guerra en la que la Unión Soviética perdió 27 millones de personas.

El 9 de mayo es el Día de la Victoria contra el nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, en las últimas décadas, la narrativa occidental ha ido desplazando esta conmemoración. Este cambio no es casual: busca reescribir la historia, minimizando el papel de la URSS y exaltando en su lugar el proyecto europeísta, alineado con los intereses de la OTAN y EEUU.

Al igual que el cine hollywoodense ha retratado a los estadounidenses como los grandes salvadores de la guerra, la UE ha optado por sepultar la memoria del antifascismo soviético para convertir el 9 de mayo en el Día de Europa, en referencia a la Declaración Schuman de 1950. Aquel discurso, considerado el germen de la Unión Europea, se fundamentaba en dos principios básicos: paz y solidaridad. Hoy, lejos de honrar esos valores, la UE impulsa políticas de rearme, envío de armas a conflictos y una creciente militarización que contradice su propio origen.

Este año, el Ayuntamiento de Zaragoza ha decidido otorgar el premio “Estrella de Europa 2025″ a la Academia General Militar. Una elección que no puede verse como un mero acto protocolario. En un contexto de guerras, en Ucrania, Palestina y de aumento de la militarización en Europa, galardonar a una institución castrense envía un mensaje preocupante, que en tiempos de tensión internacional lo que se premia no es la paz, sino la preparación para la guerra.

El contraste con ediciones anteriores es evidente. Este mismo reconocimiento recayó en 2009 en el Seminario de Investigación por la Paz, en 2016 a la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) y en 2018 se reconoció a Open Arms, todas ellas organizaciones dedicadas a salvar vidas, denunciar injusticias y promover la solidaridad. Incluso en 2021, bajo un gobierno del PP, se homenajeó a Ángel Sanz Briz, el diplomático que salvó a miles de judíos en Budapest. Sin embargo en 2023 el Consistorio decidió “autoregalarse” el premio, un acto de narcisismo político al que ya nos tienen acostumbradas. Ahora, en plena escalada bélica global, se opta por honrar a los militares en lugar de a quienes construyen alternativas pacíficas. Y me pregunto si es este el legado que queremos dejar a nuestros hijos e hijas en Zaragoza.

El 9 de mayo debe seguir siendo, ante todo, el Día de la Victoria sobre el nazismo, un homenaje a quienes lo hicieron posible, incluidos los millones de soviéticos que dieron su vida. Recordemos que el nazismo (o nazifascismo) llevó a cabo el mayor acto de inhumanidad jamás visto, la industrialización de la muerte, del exterminio, en campos donde fueron asesinadas más de 20 millones de personas. Convertirlo en una celebración eurocéntrica no sólo distorsiona la historia, sino que sirve a intereses geopolíticos que hoy promueven más armas y menos diplomacia, traicionando así los dos principios básicos de los que hablaba Schuman: paz y solidaridad.

En una Europa donde la extrema derecha ya es la primera fuerza política en número de votos en cinco países, vaciar de significado el 9 de mayo —olvidando lo que esta ideología es capaz de hacer cuando cuenta con oportunidad o impunidad— sería un error histórico y un riesgo inadmisible.

Mientras, decisiones como la del Ayuntamiento de Zaragoza —premiar a los militares en vez de a los pacifistas— refuerzan una deriva peligrosa: la de normalizar la guerra como solución. En tiempos como estos, honrar a quienes empuñan fusiles en lugar de a quienes tienden puentes no es un error, es una traición a la memoria de quienes vencieron al fascismo.

Elena Tomás Bona, Portavoz de Zaragoza en Común

Artículo publicado en Arainfo el 9 de Mayo de 2025