Un día como hoy, hace 526 años, los pueblos indígenas americanos, vieron como llegaban a sus tierras un grupo de hombres, llegaban en tres naves y estaban armados.
Llevaban, también, junto a las espadas, las cruces que simbolizaban su religión. Un día como hoy, hace 526 años, los pueblos indígenas empezaron a perder su libertad. Empezaron a sufrir el expolio y saqueo de quienes, a sangre y fuego, con la espada y la cruz, les «descubrían». Sus tierras y las riquezas que contenían fueron saqueadas, su cultura, costumbres y tradiciones machacadas y anuladas, los hombres, mujeres, niños y niñas indígenas fueron esclavizados y explotados.
Les impusieron, a sangre y fuego, un dios implacable y salvaje, un dios que les quemaba vivos por adorar, como siempre habían hecho, al sol, a la luna, a la lluvia. Eso, les dijeron, era por su bien. Se buscaba su salvación, por eso se les evangelizaba, por eso debían dar gracias a quienes les enseñaban la «verdad».
Hoy, como otros días, oiremos a algún español, muy español, ensalzar la raza, la españolidad, recordar el imperio y clamar contra esos/as inmigrantes que vienen a robarnos. Que cosas, los/as inmigrantes que vienen aquí, llegan en frágiles pateras, no vienen con armas ni con símbolos religiosos y lo más que hacen, si es que les dejan, es trabajar.
No celebramos esa salvajada. Ni celebramos ninguna advocación a ninguna virgen. Hoy, la única bandera que queremos poner en este balcón es la Wiphala, la de los pueblos andinos, y lo hago como respeto y homenaje a esos hombres y mujeres que vivían, libres, en América hasta que «les descubrieron, colonizaron y evangelizaron».
#12octNadaQueCelebrar
Adolfo Barrena
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