Ayer me comentaban que habían visto en la televisión que en Calanda la poda de los melocotoneros lo hacen unas mujeres rumanas, a mí me pareció curioso que lo hicieran ellas y la respuesta fue que era normal porque se les paga menos. Y ahí quedo en mi cabeza, todo muy normal que se les pague menos.
Y es que la brecha salarial existe y se fundamenta en la división sexual del trabajo por la que ellos producen y nosotras sostenemos o complementamos. Acostumbrados como estamos a especializarnos nos podría parecer adecuado si esto no generara desigualdad, invisibilidad y pobreza en las mujeres. Pero todo esto no ha surgido por casualidad, se basa en cosas que se aceptan como muy normales.
Nos socializamos con los privilegios de lo masculino lo que hace que lo que se relaciona con lo femenino este infravalorado en la sociedad y por tanto los trabajos feminizados sean más precarios y tengan menor status social. E incluso en ellos, las limpiadoras cobran menos que los limpiadores y es que ellos limpian cristales, debe ser que tenemos una disfuncionalidad para ello.
El actual modelo de cuidados basado en que es problema del hogar y no de la sociedad, sin recursos públicos adecuados para garantizar cuidados dignos y universales, suponen otra mochila que cargamos y que aunque la pandemia ha puesto de manifiesto, no ha generado el debate que necesitamos para transformarlo.
Así, todo ello es el suelo pegajoso que impide a las mujeres desarrollar con facilidad su proyecto vital y que se va complicando y acentuando cuando añadimos al género, la clase o el origen racial.
El teletrabajo y la pandemia no puede devolvernos al hogar y sacarnos del espacio público y de la toma de decisiones, porque va a ser necesario confrontar muchas lógicas para salir de esta crisis con fórmulas nuevas que reduzcan la desigualdad y respondan a las necesidades que tenemos como sociedad.
Estamos en mitad de una crisis global y debemos tener cuidado para que su resolución no pase por mas desigualdad como ha pasado en otras. Y es que partimos de que en Aragón la brecha salarial es del 27% del salario, lo que significa que trabajamos más de 51 días gratis al año. Que tenemos mayor tasa de desempleo y mayores índices de pobreza.
Por eso me preocupa que ya este enero, y a pesar de estar en muchos trabajos esenciales, las cifras hablan de que en Aragón han pasado al paro 722 hombres frente a 2.071 mujeres y que el 21% de los aragoneses y aragonesas está en riesgo de pobreza.
Aunque el gobierno este adoptando medidas como el complemento para reducir la brecha de género existente en las pensiones, el IMV, el Plan Me Cuida o los permisos iguales de paternidad y maternidad para favorecer la corresponsabilidad, medidas correctoras necesarias pero aún nos queda mucho camino para cambiar un sistema basado en la desigualdad y en la explotación.
Hoy más que nunca el feminismo es fundamental para confrontar el sistema patriarcal y capitalista en el que vivimos y posibilitar otra forma de relacionarnos y de desarrollar la economía y la política. Necesitamos transformar la sociedad de manera estructural.
Espero que de esta pandemia global aprendamos que estamos interrelacionados y qué es lo esencial para responder a nuestras necesidades. Actuar en consecuencia es el reto.
Artículo de Marga Deyá publicado el 8 de febrero de 2021, en El Periódico de Aragón
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