Nos enteramos ayer. Elisa, la compañera, la luchadora incansable por la igualdad y la libertad, se iba.
Marchaba con su guitarra, con su voz, con sus canciones. Con esas canciones que nos acompañaron, que nos llenaron de esperanza, de fe,de ilusión; que nos dieron fuerza y ánimos en los momentos duros en los que pedíamos amnistía y libertad.
Elisa, como militante comprometida, sufrió las consecuencias de su compromiso con las libertades. Sus canciones y poemas eran una clara denuncia contra la injusticia, contra la discriminación ideológica y de género que impuso el franquismo; eran un grito contra la represión. Ello le supuso censuras, multas, prohibiciones de recitales e, incluso, la cárcel.
Sus versiones de «A desalambrar» y de «A galopar» eran un revulsivo para la solidaridad de la lucha obrera y estudiantil contra el franquismo.
Que la tierra te sea leve, compañera
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