Las balas asesinadas se los llevaron pero nunca han dejado de estar entre nosotros y nosotras.
Era la noche del 24 de Enero de 1977, pasaban de las 10, en la calle Atocha, en el número 55, en el despacho laboralista seguían trabajando en la defensa de trabajadores y trabajadoras. Con premeditación, nocturnidad y alevosía los pistoleros de la extremaderecha fascista, entraron disparando.
Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco, Serafín Holgado de Antonio y Ángel Rodríguez Leal murieron allí mismo, junto a sus cadáveres quedaron otros 4 heridos graves.
Esa misma noche, otro grupo asaltó un despacho de la UGT, en la calle Fernando VI, pero este estaba vacío.
El ataque fascista se dió en un momento muy convulso. Se estaba produciendo una tímida apertura hacia la democracia (aún no estaba la Constitución) y había un especial interés de la extrema derecha en acabar con el proceso de apertura. Aquella semana fue trágica.
Había huelga del transporte, el día de antes murió el estudiante Arturo Ruiz, asesinado por disparos de los guerrilleros de Cristo Rey cuando participaba en una manifestación pro-amnistía. El mismo día 24, en una manifestación de protesta por el asesinato de Arturo, murió Mari Luz Nájera, estudiante que fue alcanzada por un bote de humo lanzado por la policía. El ambiente estaba muy tenso, pero se sabía que nos jugábamos la posibilidad de abrir la puerta a la democracia
Dos días después del atentado, el 26 de enero, miles de personas, con un profundo dolor y con toda la rabia e indignación contenida, en un ejemplo de responsabilidad y civismo, despidieron a los abogados asesinados y pidieron justicia.
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